¿Por qué la anulación de la deuda alemana en 1953 no puede aplicarse actualmente para Grecia y los países en desarrollo?

por Eric Toussaint
27 de marzo 2018

En 2020, el Banco Mundial (BM) y el FMI cumplirán 76 años. Estas instituciones financieras internacionales (IFI), creadas en 1944, están dominadas por Estados Unidos y algunas grandes potencias aliadas, y actúan en contra de los intereses de los pueblos.
El BM y el FMI otorgaron, sistemáticamente, préstamos a los Estados con el fin de influir sobre sus políticas. El endeudamiento externo fue y es todavía utilizado como un instrumento para someter a los deudores. Desde su creación, el FMI y el BM han violado los pactos internacionales sobre derechos humanos y no dudaron, ni dudan, en sostener a dictaduras. Una nueva forma de descolonización se impone para salir del impasse en el que las IFI y sus principales accionistas acorralaron al mundo. Se deben construir nuevas instituciones internacionales. Estamos publicando una serie de artículos de Éric Toussaint, quien reseña la evolución del Banco Mundial y del FMI desde su creación. Estos artículos son sacados del libro Banco mundial: El Golpe de Estado Permanente., que podéis consultar gratis en Banco mundial : El Golpe de Estado permanente


Alemania resultó beneficiada, a partir del 27 de febrero de 1953, de la anulación de la mayor parte de su deuda. Desde esa anulación, que permitió que la economía del país recuperara su lugar como principal potencia económica del continente europeo, ningún otro país obtuvo un tratamiento tan favorable. Es muy importante conocer el porqué y el cómo de esa anulación de deuda. Resumiendo de manera muy concisa: las grandes potencias acreedoras de Alemania occidental querían que la economía alemana pudiera realmente recuperarse y que constituyera un elemento estable y central en la lucha entre el bloque atlántico y el bloque del Este.

Una comparación entre el trato acordado a la Alemania occidental de posguerra y el impuesto a los países en desarrollo o actualmente a Grecia, es reveladora de la política de doble rasero practicada sistemáticamente por las grandes potencias.

El alivio radical de la deuda de la República Federal de Alemania (RFA) y su rápida reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial fueron posibles gracias a la voluntad política de las potencias acreedoras occidentales victoriosas, es decir, Estados Unidos y sus principales aliados occidentales, Reino Unido y Francia. En octubre de 1950, estos tres aliados formularon un proyecto por el que el gobierno federal alemán reconocía la existencia de deudas de los períodos anterior y posterior a la segunda guerra. Además agregaban una declaración que enunciaba que «los tres países están de acuerdo en que el plan prevea una liquidación adecuada de lo que se le exige a Alemania, cuyo efecto final no debe desequilibrar la situación financiera de la economía alemana por repercusiones indeseables ni afectar excesivamente las reservas potenciales de divisas. Los tres países están convencidos de que el gobierno federal alemán comparte su posición y que la restauración de la solvencia alemana irá acompañada de un reembolso adecuado de la deuda alemana que asegure a todos los participantes una negociación justa que tenga en cuenta los problemas económicos de Alemania». [1]

Debemos recordar que la Alemania nazi había suspendido el pago de su deuda externa a partir de 1933, y que nunca más retomó esos pagos, lo que no le impidió recibir el apoyo financiero de las grandes empresas privadas de Estados Unidos. Además de hacer negocios con empresas como Ford que financió el lanzamiento del Volkswagen (el coche del pueblo imaginado por el régimen hitleriano), General Motors que poseía la firma Opel, General Electric asociada a AEG, e IBM acusada de haber «suministrado la tecnología» que ayudó «a la persecución, al sufrimiento y al genocidio», antes y durante la Segunda Guerra Mundial. [2]

La deuda reclamada a Alemania correspondiente al período anterior a la guerra se elevaba a 22.600 millones de marcos incluidos los intereses. La deuda de la posguerra (1945-1952) se estimaba en 16.200 millones de marcos. Por un acuerdo alcanzado en Londres el 27 de febrero de 1953 http://www.admin.ch/ch/f/rs/i9/0.946.291.364.fr.pdf, [3] estos montos disminuyeron a 7.500 millones y 7.000 millones de marcos, respectivamente. [4] Lo que representó una reducción del 62,6 %.

Las sumas citadas anteriormente no tienen en cuenta las deudas ligadas a la política de agresión y de destrucción llevada a cabo por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, ni las reparaciones que los países víctimas de esa agresión tiene el derecho de reclamar. Esas deudas de guerra fueron apartadas, lo que constituyó un enorme regalo suplementario para Alemania del Oeste.

Más aún, el acuerdo establecía la posibilidad de suspender los pagos y renegociar las condiciones de éstos si se presentaba un cambio substancial que limitara la disponibilidad de recursos. [5]

Para garantizar que la economía de Alemania occidental realmente se relanzara y ese país constituyera un elemento estable y central en el bloque atlántico frente al bloque del Este, los aliados acreedores hicieron grandes concesiones a las autoridades y empresas alemanas endeudadas, que fueron mucho más allá de la reducción de la deuda. Las grandes empresas industriales alemanas como AEG, Siemens, IG Farben (AGFA, BASF, Bayer y Hoechst), Krupp, Volkswagen, BMW, Opel, Mercedes Benz, y también las sociedades financieras de primer plano como el Deutsche Bank, Commerzbank, la sociedad de seguros Allianz, fueron protegidas y reforzadas a pesar de que habían tenido un rol principal en el sostenimiento del régimen nazi y que habían sido cómplices del genocidio de los pueblos judío y gitano. El poder del gran capital alemán salió intacto de la Segunda Guerra Mundial gracias al sostén de los gobiernos de las grandes potencias occidentales.

Con respecto al problema de la deuda que podía ser reclamada a Alemania, los aliados partieron del principio de que la economía del país debía estar en condiciones de reembolsar la deuda manteniendo un alto nivel de crecimiento y una mejora de las condiciones de vida de la población. Para que Alemania pudiera pagar sin empobrecerse, era necesario que se beneficiara de una fuerte anulación de su deuda. Pero eso no fue suficiente. Como la historia lo mostró, era necesario que el país reencontrara un verdadero margen de maniobra y de autonomía. Con este fin, los acreedores acordaron:

1.- que Alemania reembolsara en su moneda nacional, el deutsche mark, una parte importante de la deuda que se le reclamaba. En forma marginal, reembolsará en divisas fuertes (dólares, francos suizos, libras esterlinas…).

2.- que al comienzo de los años 1950, mientras el país todavía tenía una balanza comercial negativa (el valor de las importaciones era mayor que el de las exportaciones), las potencias acreedoras aceptaban que Alemania redujera sus importaciones puesto que podía producir en el país muchos de los bienes que importaba. Al permitir que Alemania sustituyera importaciones por bienes de producción propia, los acreedores aceptaban reducir sus exportaciones hacia ese país. En el período 1950-1951, el 41 % de las importaciones alemanas provenían del Reino Unido, de Francia y de Estados Unidos. Si se suma a esta cifra la parte de las importaciones provenientes de otros países acreedores participantes de la conferencia (Bélgica, Países Bajos, Suecia y Suiza), la suma total llegaba al 66 %.

3.-que los acreedores autorizaban que Alemania vendiera sus productos en el extranjero, estimulando incluso sus exportaciones, con el fin de conseguir una balanza comercial positiva. Estos diferentes elementos estaban consignados en la declaración antes mencionada. «La capacidad de pago de Alemania, a sus deudores privados y públicos, no significa sólo la capacidad de efectuar los pagos regularmente en marcos alemanes sin consecuencias inflacionarias, sino también que la economía del país pueda cubrir sus deudas teniendo en cuenta su balanza de pagos actual.

El establecimiento de la capacidad de pago de Alemania requería hacer frente a ciertos problemas como: 1) la futura capacidad productiva con una consideración particular sobre la capacidad productiva de bienes exportables y la capacidad para la sustitución de importaciones; 2) la posibilidad de vender mercaderías alemanas en el exterior; 3) las condiciones probables de comercio en el futuro; 4) las medidas fiscales y económicas internas necesarias para asegurar un superávit por las exportaciones [6]

Además, en caso de litigio con los acreedores, en general, los tribunales alemanes eran competentes. Se dice, explícitamente, que, en ciertos casos, «los tribunales alemanes podrán rechazar la ejecución […] la decisión de un tribunal extranjero o de una instancia arbitral.» Es el caso, cuando «la ejecución de la decisión sería contraria al orden público» (p.12 del Acuerdo de Londres).

Otro elemento muy importante: el servicio de la deuda se fijaba en función de la capacidad de pago de la economía alemana, teniendo en cuenta los adelantos en la reconstrucción del país y los ingresos por exportación. Así, la relación entre servicio de la deuda e ingresos por exportación no debía superar el 5 %. Esto quiere decir que Alemania occidental no debía dedicar más de una vigésima parte de sus ingresos por exportación al pago de su deuda. En la práctica, Alemania no destinó jamás más del 4,2 % de estos ingresos al pago de la deuda (cifra alcanzada en 1959). De todas maneras, en la medida que una gran parte de las deudas alemanas eran pagadas en deutsche marks, el Banco Central alemán podía emitir moneda, en otras palabras monetizar la deuda.

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Y otra medida excepcional fue la aplicación de una reducción drástica del tipo de interés, que osciló entre 0 % y 5 %.

Las potencias occidentales le brindaron a Alemania del Oeste una ofrenda de un enorme valor económico: el artículo 5 del acuerdo firmado en Londres postergaba el pago de las reparaciones y de las deudas de guerra —tanto de la primera como de la segunda guerra mundial— que la República Federal Alemana debía a los países ocupados, anexados o agredidos, así como a sus poblaciones.

Finalmente, hay que tener en cuenta las donaciones en dólares de Estados Unidos a Alemania occidental: 1.170 millones de dólares en el marco del Plan Marshall, entre el 3 de abril de 1948 y el 30 de junio de 1952 (o sea, cerca de 12.500 millones de dólares de 2019). A los cuales se agregaban, por lo menos, 200 millones de dólares (cerca de 2.000 millones de dólares de 2019), entre 1954 y 1961, principalmente a través de la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID).

Gracias a esas condiciones excepcionales, Alemania occidental se recuperó económicamente en forma muy rápida y terminó por absorber a Alemania del Este a comienzos de 1990. Y ahora es, por lejos, la economía más fuerte de Europa.

Algunos elementos de comparación

El resultado de una primera comparación entre la Alemania occidental de la posguerra y los países en desarrollo de ahora es esclarecedor. Alemania, aunque devastada por la guerra, era económicamente más fuerte que la mayoría de los PED actuales. Sin embargo, en 1953 le concedieron lo que se niega a los PED.

Cuota de los ingresos por exportación dedicados al reembolso de la deuda.

Alemania fue autorizada a dedicar al pago de la deuda no más del 5 % de sus ingresos por exportación.

En 2017, los países en desarrollo tuvieron que destinar al pago de la deuda una media del 14 % de sus ingresos por exportaciones. [7] Para los países de América Latina y Caribe esa cifra alcanzó el 23,5 % en 2017. Algunos ejemplos de países que incluyen los PED y economías europeas periféricas: en 2017, esa cifra alcanzaba el 13 % para Angola, 36 % para Brasil, 15 % para Bosnia, 21 % para Bulgaria, 41,6 % para Colombia, 17 % para Costa de Marfil, 21 % para Etiopía, 28,6 % para Guatemala, 34 % para Indonesia, 70 % para Líbano, 14 % para México, 20 % para Nicaragua, 22,8 % para Pakistán, 21 % para Perú, 22 % para Rumanía y Serbia, 17 % para Túnez, 40 % para Turquía.

Tipo de interés de la deuda externa

En el caso del acuerdo de 1953 concerniente a Alemania, el tipo de interés osciló entre 0 % y 5 %.

Por el contrario, en el caso de los PED, el tipo de interés fue, y de nuevo ahora es, mucho más alto. Una gran mayoría de los contratos prevé tipos variables, al alza. Entre 1980 y 2000, para el conjunto de los PED, el tipo de interés medio osciló entre 4,8 % y 9,1 % (entre 5,7 % y 11,4 % en el caso de Latinoamérica y el Caribe, llegando a oscilar en el caso de Brasil entre el 6,6 % y el 11,9 % entre 1980 y 2004). Posteriormente, el tipo de interés fue históricamente bajo durante el período 2004 a 2015. Pero la situación comenzó a degradarse desde 2016-2017 ya que el tipo de interés creciente fijado por la FED (el tipo director de la FED pasó de 0,25 % en 2015 a 2,25 en noviembre de 2018) y los beneficios fiscales concedidos a las grandes empresas estadounidenses por Donald Trump está provocando una repatriación de capitales hacia Estados Unidos. Por otro lado, los precios de las materias primas tienen tendencia a bajar, lo que disminuye los ingresos de los países exportadores de bienes primarios y dificulta el pago de la deuda, ya que éste se efectúa generalmente en dólares u otras monedas fuertes. En 2018, una nueva crisis de la deuda afectó directamente a países como Argentina, Venezuela, Turquía, Indonesia, Nigeria, Mozambique… Cada vez más, los países en desarrollo deben aceptar tipos de interés superiores al 7 %, incluso al 10 %, para poder conseguir préstamos en 2019.

Moneda en que se reembolsó la deuda externa

Alemania fue autorizada a reembolsar una parte de su deuda en su moneda nacional.

Ningún país en desarrollo ha sido autorizado a hacer lo mismo, salvo excepción y por sumas irrisorias. Todos los grandes países endeudados deben efectuar la totalidad de sus reembolsos en divisas fuertes (dólares, euros, yenes, francos suizos, libras esterlinas).

Cláusula de revisión del contrato

En el caso de Alemania, el acuerdo establecía la posibilidad de suspender los pagos y renegociar las condiciones si se presentaba un cambio substancial que limitara la disponibilidad de recursos.

En el caso de los contratos de préstamos con los PED, los acreedores imponen que no haya cláusulas de este tipo. Peor aún, en casos de dificultades para estos países, los acreedores tienen el derecho de reclamar el pago anticipado de sumas que se deberían pagar en un futuro.

Política de sustitución de importaciones

En el acuerdo sobre la deuda alemana, se había previsto explícitamente que el país podía producir localmente lo que hasta entonces importaba.

Por el contrario, el Banco Mundial, el FMI y las grandes potencias imponen a los PED la renuncia a producir en el país lo que podrían importar.

Donaciones en divisas (en efectivo)

Alemania, aunque responsable en gran parte de la Segunda Guerra Mundial, fue gratificada con donaciones importantes en divisas, en el marco del Plan Marshall, y en torno a ese plan.

Los PED, en conjunto, a los cuales los países ricos han prometido asistencia y cooperación, reciben una limosna en forma de donaciones en divisas. Mientras que, colectivamente, desembolsan unos 500.000 millones de dólares por año, reciben en efectivo netamente menos de 100.000 millones de dólares.

Indudablemente, la negativa a conceder a los PED endeudados el mismo tipo de concesiones que a Alemania indica que, en realidad, los acreedores no quieren que estos países se desendeuden. Por el contrario, los acreedores consideran que lo que les interesa es mantenerlos en el endeudamiento permanente, para obtener de ese modo un beneficio máximo bajo la forma del pago de la deuda, para imponerles unas políticas acordes a sus intereses de acreedores, y asegurarse su lealtad en el seno de las instituciones internacionales.

Alemania 1953/Grecia 2010-2019

Si nos arriesgamos a hacer una comparación entre el tratamiento al que se somete a Grecia y el que se le reservó a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, las diferencias y las injusticias son asombrosas. Presentamos aquí una lista, no exhaustiva, de 11 puntos:

1.- Entre 2010 y 2019, la deuda en porcentaje del PIB griego no dejó de aumentar, y pasó de cerca del 110 % al 180 %.

2.- Las condiciones sociales y económicas que la intervención de la Troika, desde 2010, ha impuesto no favorecen en absoluto el relanzamiento de la economía griega, mientras que Alemania tuvo ayudas que contribuyeron en mucho a relanzar su economía. El PIB de Grecia se redujo en cerca del 30 % entre 2010 y 2016, como consecuencia de los memorandos impuestos. En comparación, el crecimiento del PIB de Alemania occidental fue enorme entre 1953 y 1960.

3.- A Grecia se le imponen privatizaciones a favor de los inversores extranjeros, principalmente, mientras que a Alemania se la alentaba a reforzar su control sobre los sectores económicos estratégicos, con un sector público en pleno crecimiento, y de las grandes empresas privadas que continuaban bajo el control estratégico del capital alemán.

4. Las deudas bilaterales de Grecia (con respecto a los países que participaron en el plan impuesto por la Troika) no se redujeron, mientras que las deudas bilaterales de Alemania (comenzando por las contraídas con los países que el Tercer Reich había agredido, invadido e incluso anexado) se redujeron en un 60 % o más.

5.- Grecia debe reembolsar en euros, a pesar de que está en déficit comercial —y por lo tanto con una penuria de euros— con sus socios europeos (especialmente Alemania y Francia), mientras que Alemania reembolsaba lo esencial de sus deudas en su propia moneda fuertemente devaluada.

El hecho de poder pagar una parte importante de su deuda en deutsche marks le permitía vender más fácilmente sus mercaderías al extranjero. Tomemos como ejemplo las importantes deudas de Alemania con respecto a Bélgica y Francia, después de la Segunda Guerra Mundial: Alemania estaba autorizada a pagar en deutsche marks. Y qué otra cosa podían hacer Francia y Bélgica con esos deutsche marks sino gastarlos comprando productos fabricados en Alemania, lo que contribuyó a hacer de Alemania una gran potencia exportadora.

6.-El Banco Central griego no puede prestar dinero al gobierno griego mientras que el Banco Central de la RFA (Bundesbank) prestaba a las autoridades alemanas y hacía funcionar (por cierto, con moderación) la máquina de fabricar billetes.

7.-Alemania estaba autorizada a no disponer más del 5 % de sus ingresos por exportación al pago de la deuda mientras que ningún límite se le ha fijado actualmente a Grecia.

8.-Los nuevos títulos de la deuda griega que reemplazan, desde 2012, a los que se debían a los bancos, no responden más a la competencia de los tribunales griegos, ya que son competencia de las jurisdicciones de Luxemburgo y del Reino Unido —y bien sabemos cómo éstas son favorables a los acreedores privados—, mientras que los tribunales de Alemania (la antigua potencia agresora) tenían esa competencia.

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9.-En materia de reembolsos de la deuda exterior, los tribunales alemanes podían rechazar la ejecución de las sentencias de los tribunales extranjeros o de los tribunales arbitrales en el caso en que su aplicación amenazara el orden público. En Grecia, la Troika rechazó que los tribunales griegos pudieran invocar razones de orden público para suspender el reembolso de la deuda. Sin embargo, las enormes protestas sociales y el surgimiento pujante de las fuerzas neonazis son directa consecuencia de las medidas dictadas por la Troika y por el pago de la deuda. De hecho, las autoridades griegas podrían perfectamente haber invocado el estado de necesidad y de razones de orden público para suspender el pago de la deuda, y abrogar las medidas antisociales impuestas por la Troica, a pesar de las protestas de Bruselas, del FMI y de los «mercados financieros» que dichos actos provocarían.

10.-En el caso de Alemania, el acuerdo establecía la posibilidad de suspender los pagos para poder renegociar las condiciones si se producía un cambio substancial que limitase la disponibilidad de recursos. Nada de eso está previsto para Grecia.

11.-En el acuerdo sobre la deuda alemana, está explícitamente previsto que el país pudiera producir en su territorio lo que antes importaba con el fin de alcanzar un superávit comercial y de reforzar así a sus productores locales. En cambio, la filosofía de los acuerdos impuestos a Grecia y las reglas de la Unión Europea prohíben a las autoridades griegas ayudar, subvencionar y proteger a sus productores locales, ya sea en agricultura, industria, o servicios frente a la competencia de los otros países de la UE (que son los principales socios comerciales de Grecia).

Se podría agregar que Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, recibió donaciones en una cantidad considerable, especialmente, como ya vimos, en el marco del Plan Marshall.

Las mentiras que se dicen sobre la ayuda a Grecia

Hans-Werner Sinn [8], uno de los economistas más influyentes en Alemania, consejero del gobierno de Angela Merkel no duda en mentir cuando afirma: «Grecia se benefició de una ayuda externa de 460.000 millones de euros a través de diversas disposiciones. Hasta este momento, la ayuda aportada a Grecia representa el equivalente al 214 % de su PIB, o sea cerca de diez veces más de lo recibió Alemania gracias al Plan Marshall. Berlín aportó cerca de una cuarta parte de la ayuda suministrada a Grecia, o sea, 115.000 millones de euros, que representa al menos diez planes Marshall o dos veces y medio el Acuerdo de Londres [9]

Ese cálculo es totalmente falso. Grecia nunca recibió esa cantidad de financiación y, al contrario, lo que recibió no puede seriamente considerarse como ayuda. Hans-Werner Sinn iguala, de manera escandalosa, la Alemania salida de la Segunda Guerra Mundial, que los dirigentes nazis habían provocado, con la Grecia de los años 2000. Además, no menciona las sumas reclamadas justamente por Grecia a Alemania en calidad de reparación de los daños sufridos por la ocupación nazi [10] así como el préstamo forzado que la Alemania nazi impuso a Grecia. Según la comisión del Parlamento griego que trabajó sobre esas cuestiones en 2015, la deuda de Alemania con respecto a Grecia se eleva a más de 270.000 millones de euros. [11] Como se ha publicado en la página web A l’encontre, sobre la base de los trabajos de Karl Heinz Roth, historiador del saqueo de la Europa ocupada por la Alemania nazi: [12] «Alemania solamente ha pagado a Grecia la sesentava parte (es decir el 1,67 %) de lo que le debe como reparación por la devastación debida a la ocupación entre 1941 y 1944.» Véase también mi entrevista en el semanario Marianne: http://www.cadtm.org/Le-27-fevrier-1953-les-allies

1.- Los planes de «ayuda» a Grecia sirvieron a los intereses de los bancos privados, y no a los del pueblo griego

Los planes de «ayuda» instaurados desde mayo de 2010 sirvieron para proteger los intereses de los bancos privados de los países más fuertes de la zona euro, principalmente los grandes bancos alemanes y franceses, que habían aumentado enormemente sus préstamos tanto al sector privado como al público griego durante los años 2000. Los préstamos concedidos a Grecia por la Troika desde 2010 se utilizaron para pagar a los bancos privados occidentales, permitiéndoles liberarse y minimizar sus pérdidas.

2. ¡Los préstamos otorgados a Grecia se llevan el dinero… fuera de Grecia!

Los préstamos concedidos a Grecia bajo el paraguas de la Troika están bien remunerados. Los diferentes países que participan en estos préstamos ganan dinero a costa del pueblo griego. Cuando el primer plan de préstamo de 110.000 millones de euro fue adoptado, Christine Lagarde, en ese momento ministra de finanzas de Francia, [13] observó públicamente que Francia prestaba a Grecia con un interés del 5 % mientras que esto se hacía con un dinero conseguido a un tipo netamente inferior.

La situación era tan escandalosa (un tipo elevado también fue aplicado a Irlanda a partir de noviembre de 2010 y a Portugal a partir de mayo de 2011) que los gobiernos prestamistas y la Comisión Europea decidieron en julio de 2011 que el tipo exigido a Grecia sería reducido. [14]

Bajo las protestas del gobierno griego y frente a un profundo descontento popular que se expresó mediante fuertes movilizaciones en Grecia, los países prestamistas decidieron finalmente devolver a Grecia una parte de los ingresos que obtienen de los créditos otorgados a Atenas. [15] Pero hay que precisar que esa devolución se hace en cuenta gotas y una parte importante nunca será devuelta. Pascal Franchet y Anouk Renaud, del CADTM, calcularon los beneficios obtenidos por Francia del supuesto «rescate» de Grecia. Y consideran que es una estafa de más de ¡3.000 millones de euros! http://www.cadtm.org/Sauvetage-de-la-Grece-une-arnaque-a-plus-de-3-milliards-d-euros. Por mi parte, ya denuncié los odiosos beneficios que hace el BCE a costa del pueblo griego. http://www.cadtm.org/Los-odiosos-beneficios-del-BCE

3. La crisis de la eurozona rebaja el coste de la deuda para Alemania y otros países fuertes

Pero la historia no se detiene allí. Los países que dominan la eurozona sacan provecho de la desgracia de los países de la periferia (Grecia, Portugal, Irlanda, España, países del ex-bloque del Este miembros de la UE). La profundización de la crisis de la eurozona debida a la política llevada a cabo por sus dirigentes, y no a causa de fenómenos exteriores, conlleva un desplazamiento de los capitales de la Periferia hacia el Centro. Alemania, Francia, Países Bajos, Finlandia, Luxemburgo, Austria y Bélgica salen beneficiados gracias a una reducción muy alta del coste de financiación de sus deudas.

El 1 de enero de 2010, antes de que estallase la crisis griega y la de la eurozona, Alemania debía ofrecer un tipo de interés del 3,4 % para la emisión de bonos a 10 años mientras que el 23 de mayo de 2012, el tipo había pasado al 1,4 %. Y esto corresponde a un descenso del 60 % en el coste de financiación. [16] Según el diario financiero francés Les Échos «un cálculo aproximado muestra que los ahorros generados por el descenso de los tipos del coste de financiación desde hace 3 años se elevan a 63.000 millones de euros». [17] Suma que podemos comparar con los 15.000 millones (sobre 110.000 millones repartidos entre los diferentes acreedores) efectivamente prestados (con interés, véase más arriba) por Alemania entre mayo de 2010 y diciembre de 2011 a Grecia en el marco de su contribución al primer plan de «ayuda» de la Troika.

Hemos comentado los tipos de interés a 10 años y a 6 años pagados por Alemania en sus emisiones de bonos. Si consideramos el tipo a 2 años vemos que el 23 de mayo de 2012, Alemania emitió títulos a interés nulo. [18] A comienzos de 2012, Alemania emitió bonos a 6 meses por 3.900 millones de euros a un tipo negativo. Respecto a esto, Le Soir publicaba el 23 de mayo de 2012: «los inversores recibirán al término de estos 6 meses un poquito menos (0,0112 %) de lo que han prestado». [19]

Si hubiera algo de verdad en la multitud de mentiras dichas con respecto a Grecia (o a Portugal, o a España…), se tendría que poder leer que Grecia permite a Alemania y a los otros países fuertes de la eurozona a ahorrar unas considerables sumas de dinero. Debemos completar la lista de ventajas aprovechadas por Alemania y otros países del Centro, con los elementos descritos en los puntos siguientes.

4. Programa de privatizaciones del que se benefician las empresas privadas de los países del Centro.

Las políticas de austeridad impuestas a Grecia contienen un amplio programa de privatizaciones [20] de las que los grandes grupos económicos, principalmente alemanes y franceses obtienen beneficios, ya que los bienes públicos son vendidos a precios de liquidación.

5. Los sacrificios impuestos a los trabajadores permiten contener el aumento de reivindicaciones en los países del Centro

Los retrocesos sociales infligidos a los trabajadores griegos (y también a los portugueses, irlandeses, españoles…) ponen a la defensiva a los trabajadores de Alemania, de los Países Bajos, de Austria, de Francia, de Bélgica… Sus direcciones sindicales temen entrar en conflictos. Se preguntan cómo reivindicar aumentos salariales si en países como Grecia, miembro de la eurozona, se disminuye el salario mínimo legal en un 20 % o más. De parte de las direcciones sindicales de los países nórdicos (Finlandia en especial), constatamos, incluso con consternación, que piensan que hay aspectos buenos en el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza (o pacto presupuestario europeo) y en las políticas de austeridad ya que se supone que refuerzan una sana gestión del presupuesto de los Estados.

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Solamente se podrá conseguir un acuerdo como el de Londres de 1953 por medio de la lucha.

En octubre de 2014, fui entrevistado por un importante diario griego El diario de los editores sobre el acuerdo de Londres de 1953. El periodista me planteó la siguiente cuestión : «Alexis Tsipras propone una Conferencia internacional sobre anulación de la deuda de los países del Sur de Europa afectados por la crisis, similar a la que tuvo lugar para Alemania en 1953, y por la cual 22 países, entre ellos Grecia, anularon una gran parte de la deuda alemana. ¿Podemos considerar que, en la actualidad, esa perspectiva es realista?»

Le di esta respuesta: «Es una propuesta legítima. Queda claro que Grecia no provocó ningún conflicto en Europa, a diferencia de lo ocurrido con la Alemania nazi. Los ciudadanos de Grecia tienen un argumento muy sólido para declarar que una gran parte de la deuda griega es ilegal o ilegítima y que debe ser suprimida, como fue anulada la deuda alemana en 1953. De todos modos, no pienso que Syriza y otras fuerzas políticas en Europa consigan convencer a las instituciones de la UE y a los gobiernos de los países más poderosos de que se reúnan en una mesa para reproducir lo que se hizo con la deuda alemana en 1953. Por supuesto, se trata de una demanda legítima (…) pero no se podrá convencer a los gobiernos de las principales economías europeas y a las instituciones de la UE de que lo hagan. Mi consejo es el siguiente: la última década nos ha mostrado que se puede llegar a soluciones equitativas aplicando actos soberanos unilaterales. Hay que desobedecer a los acreedores que reclaman el pago de una deuda ilegítima y que imponen unas políticas que violan los derechos humanos fundamentales, que incluyen los derechos económicos y sociales de las poblaciones. Creo que Grecia tiene argumentos sólidos para actuar y para formar un gobierno que, con el apoyo de la ciudadanía, explore las posibilidades de actuar en esa dirección. Un gobierno popular y de izquierda podría organizar un comité de auditoría de la deuda con una amplia participación ciudadana, que permitiría determinar qué parte de la deuda es ilegal u odiosa, suspender unilateralmente los pagos, y luego repudiar la deuda identificada como ilegítima, odiosa y/o ilegal

Como ya lo sabemos, Alexis Tsipras optó por otra línea política y económica que condujo al desastre.

Conclusión:

No nos hagamos ilusiones, las razones que llevaron a las potencias occidentales a tratar Alemania del Oeste como lo hicieron en la posguerra están fuera de lugar en el caso de Grecia y de otros países endeudados.

Para mantener su poder de dominación con respecto a los países endeudados, o al menos la capacidad de imponer políticas conformes a los intereses de los acreedores, las grandes potencias y las instituciones financieras internacionales no están en absoluto dispuestas a anular las deudas y permitir un verdadero desarrollo económico.

Para obtener una verdadera solución al drama de la deuda y de la austeridad, serán todavía necesarias unas potentes movilizaciones sociales en los países endeudados para que los gobiernos tengan el coraje de afrontar a los acreedores imponiendo anulaciones unilaterales de sus deudas. La realización de un proceso ciudadano de auditoría de la deuda tendrá un papel positivo y decisivo en esa batalla.



Notas

[1«Deutsche Auslandsschulden», 1951, pp. 7 y sig., in Philippe Hersel, El acuerdo de Londres de 1953 (III), http://www.lainsignia.org/2003/enero/econ_005.htm, consultado el 24 de febrero de 2019.

[3Texto integral en francés del Acuerdo de Londres del 27 de febrero de 1953, http://www.admin.ch/ch/f/rs/i9/0.946.291.364.fr.pdf , en castellano: https://es.wikipedia.org/wiki/Acuerdo_de_Londres_de_1953_sobre_la_deuda_alemana. Firmaron el Acuerdo: la República Federal de Alemania, Estados Unidos de América, Bélgica, Canadá, Ceilán, Dinamarca, España, Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Grecia, Irlanda, Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Pakistán, Suecia, Suiza, Unión de África del Sur y Yugoslavia.

[4El dólar US valía en esa época 4,2 DM. La deuda de Alemania occidental después de la reducción (o sea, 14.500 millones de DM) equivalía a 3.450 millones de dólares.

[5Los acreedores se negaron siempre a incluir cláusulas de este tipo en los contratos con países en desarrollo o países como Grecia, Portugal, Irlanda, y los de Europa central y oriental…

[6«Deutsche Auslandsschulden», 1951, pp. 64 y sig., in Philippe Hersel, El acuerdo de Londres de 1953 (IV), 8 de enero de 2003, http://www.lainsignia.org/2003/enero/econ_010.htm, consultado el 24 de febrero de 2019.

[8Una biografía útil está publicada por Wikipedia en inglés: http://en.wikipedia.org/wiki/Hans-Werner_Sinn

[13Christine Lagarde se convirtió en la Directora General del FMI, en julio de 2011.

[14Véase el Consejo de la Unión Europea, Declaración de los jefes de Estado o de gobierno de la eurozona y de las instituciones de la UE, Bruselas, 21 de julio de 2011, punto 3. http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_data/docs/pressdata/es/ec/123986.pdf

[16Financial Times, “Investors rush for the safety of German Bunds”, 24 de mayo de 2012, p. 29

[17Les Échos, Isabelle Couet, «L’aide à la Grèce ne coûte rien à l’Allemagne», 21 de junio de 2012. La periodista precisa: «Los tipos a 6 años –los que corresponden al plazo medio de emisión de deuda alemana- en efecto han pasado del 2,6% en 2009 al 0,95% en 2012.»

[18Le Soir, Dominique Berns y Pierre Henri Thomas, «L’Allemagne se finance à 0 %», 23 de mayo de 2012, p. 21.

[19Idem.

[20Véase el documental Catastroika en http://cadtm.org/3-films-contre-l-austerite

* Eric Toussaint doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos: Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, París, 2012.
Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015. A pesar de ello, la comisión prosiguió sus trabajos y se constituyó legalmente como una asociación sin afán de lucro.